Mantenerlo, acogerlo, cunearlo, darle mimos, sentirlo plenamente sin intentar escapar.
El dolor forma parte del ser humano y ese dolor puede nacer bajo forma de angustia, ansiedad, tristeza, procrastinación, apatía, culpabilidad, vergüenza… Ese DOLOR es humano pero no lo queremos sentir y, obviamente, la sociedad nos pone fácil escapar de él porque siempre hay algo que podemos hacer para sentir que ocupamos nuestro tiempo y que somos productivos. Y un buen día se colapsa o llega un ataque de pánico y no sabemos de dónde nace.
Cuando añadimos al dolor esa buena dosis de resistencia (que es completamente mental en base a nuestras creencias) nos llega el SUFRIMIENTO. De ahí que uno de los pilares del Budismo afirme que el sufrimiento es elegido.
Mi consejo es permitirte sentir qué te pasa. Darte la oportunidad de sentir eso, sin que se active el miedo, sin poner inmediatamente palabras, sin buscar culpables, sin avergonzarte. Estar ahí, aunque duela, porque ese dolor te comunicará algo desde un espacio más puro y se convertirá en sanador.
Por suerte cada vez más psicólogos hablan de trabajar las emociones a través del cuerpo o de sentir ese dolor en el cuerpo. Cada vez hay más ejercicios de autocompasión en donde estamos en contacto con el cuerpo de alguna manera. Ese estar, esa presencia, esa observación abierta y neutral es transformadora, nos permite comprender y autorregularnos. Porque la regulación interna es una capacidad inherente al ser humano pero vamos como pollo sin cabeza.
Muchas de mis sesiones versan sobre esto. Permitir ver qué se mueve en la persona, qué sucede, cómo se siente y cómo elaborar esa emoción a través de las técnicas que mejor funcionen en cada caso. Estar con nosotros para acompañarnos, vivir mejor la soledad, conocernos y crecer. ¿Te sientes preparad@? #florece
Emi